LO QUE PASE EN EL CAMPO, EN EL CAMPO SE QUEDA

LO QUE PASE EN EL CAMPO, EN EL CAMPO SE QUEDA

Felipe Vegue. Presidente de la Oficina Nacional de la Caza

Opiniones sin meditarlas y en caliente sobran todas. Las imágenes reproducidas en todos los medios de comunicación y aprovechadas por los sectarios radicales de Podemos y convergencias solo son textos que reflejan la condición humana de estos extremistas, que aprovechando hechos reales e inherentes a la caza y las mil y una vicisitudes que pueden ocurrir y que de hecho protagonizan hombres y canes que contribuyen a hacer más grande el sentido de la rehala y la montería. Estos individuos no intentan comprender la grandeza del enfrentamiento que a diario se producen en la propia Naturaleza y por supuesto en la Montería.

Tristeza me causa leer comentarios con sentimientos de culpa imbuidos a nuestro colectivo por la hipócrita sociedad actual y por los intereses de los radicales; amargos amaneceres nos esperan si no somos capaces de practicar la caza con la responsabilidad que siempre nos debe caracterizar,  nunca justificarnos y nunca entrar al trapo de extremistas que no quieren debatir, solo les  interesa la prohibición de todas las modalidades de caza y eliminar este sentimiento de libertad que esta práctica lleva aparejada, mientras veremos cómo manipulan  a sus posibles votantes y les imbuyen de un falso pastelismo azul y rosa contra todo lo que representa caza.

No pretendo relativizar nada de lo que en los medios tanta alarma noticiable les ha causado, por desgracia en nuestra latitud, el análisis real meditado de por qué ocurren ciertos sucesos, de los cuales todo Dios alardea de capturas de pantallas, selfies y wasap que son reproducidos y que se tienen que quedar como cualquier lance, solo en el recuerdo del protagonista, por carecer de interés en cualquiera de las vertientes que interesan al público en general, que son la vertiente social, de bienestar animal o de ecología. De una vez y para siempre, hay que comprender que solo la casquería propaga noticias con tanta rapidez, y mientras esto suceda estamos dado alas al sensacionalismo y este engordara a bulos y artículos pseudocientíficos de detractores progresistas y pasará mucho, mucho tiempo hasta que pongamos las cosas en su sitio.

Ahora nos toca aguantar en todos los medios las opiniones de «expertos» de las bondades de nuestros perros y los defectos de nuestros cazadores, las consternaciones de unos y las justificaciones de otros. Los cazadores no consentiremos jamás que nos modelen y transformen en mansos borregos, que es lo que pretenden muchos malnacidos políticos de dictaduras pontificadas.

Somos hombres, que también sufrimos por nuestros perros y con nuestros perros. Los rehaleros llevamos al límite el cuidado de sus animales y aceptamos las reglas de un juego que siempre, siempre,  se da en una Naturaleza, difícil y exigente con todos sus seres. Nunca aceptaremos la indignación  de una sociedad que solo por y en el morbo encuentra justificación a este tipo de  indignaciones y de unos políticos, tan falsos como sus títulos, que solo buscan enfrentamientos para lograr sus objetivos.