140 millones de mascotas

140 millones de mascotas

Felipe Vegue. Presidente de la Oficina Nacional de la Caza y de ARRECAL

Que sí, que sí, que ya son más de 67 millones de perros en la UE y que en nuestra piel de toro tenemos 6,5 millones de perretes y que, si juntamos los números con los otros relevantes animalejos de compañía, los gatos, sumamos la friolera de 140 millones. Con tal número de “sintientes”, seres de compañía y la influencia que tal número de mascotas representan en la sociedad europea, todos, más pronto que tarde, terminaremos siendo dependientes de las apetencias, gustos y de la interpretación que debe representar los deseos de los animales ahora y en el futuro- Claro, dirigidos estos desde la industria, la política, gurús de los negocios y expertos en las necesidades del intelecto y experiencias animal.

La industria de alimentación animal tiene una tan fabulosa cifra de negocio, que no cejará de invertir el dinero que sea preciso en publicidad/marketing y en consejos de expertos influyentes para obligarnos a modificar sustancialmente nuestras obligaciones con los animales y ver los beneficios positivos que las mascotas proporcionan a la salud mental y física de los seres humanos. Ya se consagran conclusiones donde todo es positivo y se reconocen poderes terapéuticos, físicos y mentales que crean gran dependencia hacia las mascotas.

Nos están convenciendo y obligando legalmente al dueño de mascota que busca en ésta compañía a una fuerte subordinación psicológica que ya empieza a ser agobiante y que obliga a los propietarios a vivir por y para su mascota. Hay que proporcionarle atenciones constantes y normas de las que no gozamos los humanos, y que rayan en el esperpento mediante estudiadas Leyes como la aprobada en La Rioja, que una vez puesta en marcha esclavizan a todos los propietarios sin excepción.

Y todo con una insoportable vigilancia social, que además se encuentra recogida en las Leyes recientemente aprobadas y las que están por venir, en el Estado y en todas las Autonomías, donde cualquier miembro de una sociedad de acogida animal o asimilados, pasarán a convertirse en una especie de policía animalista, pudiendo incluso entrar en tu dominio para ver en qué condiciones tienes al animal y decidiendo que se hace con él.

En el futuro, y de no remediarlo a corto plazo, las Leyes de Bienestar animal, tendrán reconocidos derechos sin obligaciones a las mascotas, muy superiores a las personas que tienen exclusiones y que nadie parece solucionar, como la infancia o la tercera edad, so pena: enfrentar al propietario con el comportamiento social que le rodea, molernos a multas y hacernos la vida imposible.

Me temo que la felicidad que proporciona un animal de compañía (hasta la fecha) se encontraba invariablemente unido a la satisfacción de diferentes utilidades y trabajos que nos ofrecían y que contribuíamos mediante una selección rigurosa, consiguiendo un lazo mucho más fuerte en el cariño y cuidados dentro del hogar. Esto no es lo pretendido en ninguna de la Leyes recientemente aprobadas ni en los borradores que yo conozco, donde la imposición y el miedo es Norma.

Solo se plasman derechos, aspectos sicológicos, fisiológico, terapéutico y sicosociales. El trabajo parece que no se le reconoce, se eliminan todos con una simple disposición, obligando a la esterilización y se condenan los valores genéticos portadores en el perro como un necesario factor de selección, en la mejora y protección de las razas caninas, en sus aspectos fundamentales y para lo que fueron creadas. Muchos y variados tesoros genéticos se pueden perder, características propias de la variedad y de importancia incluso para comprender la historia de los pueblos.

Mucho están cambiando las relaciones hombre- animal, la industria ya factura cifras cercanas a los 20.500 millones y aumentando en unos 1.000 millones anuales, los servicios relacionados con clínicas, peluquerías y productos relacionados en general con la estética y cuidado facturan otros 16.000 millones y son cifras de 2016 (datos FEDIAF).

Hay que tener en cuenta el entorno donde medirnos y las diferencias entre mascotas y animales de trabajo-producción-ocio, la escalada ya la estamos sufriendo y de parte de sectores muy diferentes y nada afines: industria de alimentos, farmacéuticas, veterinaria, complementos, animalismo, especismo y el manejo político que se está haciendo de este tema.

Para hacernos oír y tener un peso entre las nuevas fuerzas emergentes capitalizadoras en el negocio mascoteril, debemos encontrar nuevas fórmulas y destinar no solo tiempo y esfuerzo, son necesarios buenos profesionales que nos asistan y proporcionen argumentos, ideas y nueva mentalidad, socio-política.

La sociedad ignora la felicidad que obtiene el perro o cualquier mascota cuando actúa conforme a su naturaleza, salta, corre, persigue, ladra, caza y todo esto en la sociedad urbana se le suprime, se les esteriliza, se les quitan las uñas, se pintan de colores y sus instintos se anulan, causándoles insatisfacción y sufrimientos innecesarios, necesitamos enfrentarnos, a una sociedad de falsa conciencia como un ortograma, (no todos los perros son mascotas) preparada para dar sistemáticamente la vuelta a otras realidades que le son ajenas y como dice el refrán, “al mejor perro, se le va la liebre”.