La ONC traslada a la Fiscalía General del Estado su preocupación por los ataques a los cazadores en las Redes Sociales
Representantes de la Oficina Nacional de la Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural (ONC) se han reunido con el Fiscal General del Estado a fin de mostrar la alarma y preocupación que los frecuentes ataques a los cazadores en las redes sociales están generando en este colectivo.
En palabras del presidente de la ONC, Santiago Iturmendi, “existe una impunidad rampante y una situación de desamparo” de las víctimas de estas agresiones. Quizá el ejemplo más evidente ha sido el de Mel Capitán, la joven bloguera que sufrió antes y después de su muerte un aluvión de vejaciones en las redes sociales, casi todos ellos proferidos por gente ligada al movimiento animalista. Se ha puesto encima de la mesa la necesidad de sensibilizar al Poder Judicial sobre este problema y la necesidad de poner freno a este tipo de actuaciones que atentan directamente sobre los derechos y libertades de miles de ciudadanos en virtud de una afición.
También se ha explicado que se viene trabajando en la necesidad de adecuar el ordenamiento penal a esta nueva realidad, modulando en próximas reformas una respuesta realista y proporcional en cuanto a las conductas y las penas. En este sentido se han cambiado impresiones sobre el alcance de los llamados delitos de odio, su aplicabilidad a estos casos y operatividad.
Desde la ONC, en coordinación son sus socios y resto de organizaciones del sector, se va a seguir trabajando por la defensa de la dignidad y la libertad de los aficionados a la caza de este país. La libertad de expresión mal entendida no puede ser una bula que permita insultar y vejar sin consecuencias reales e incluso inducir a situaciones de violencia. Junto a la necesaria clarificación de las líneas de actuación y las reformas futuras, la Fiscalía ha tomado nota de la problemática y se ha establecido un canal de comunicación permanente para poder actuar en aquellos casos que claramente sobrepasen los límites normales de la libertad de expresión.
Nada vale más que una vida humana y no sabemos qué situaciones pueden llevar a una persona a poner fin a su vida.
Solo espero y deseo de todo corazón que los comentarios de estos indeseables no hayan tenido nada que ver con esta desgracia. Mi más sentido pesar a sus familiares y amigos.
También me parecería de una gran bajeza que alguien utilizara esta desgracia de forma torticera y egoísta.
Estoy de acuerdo en que por encima de la libertad de expresión tiene que estar el sentido común sin que ello suponga hablar sobre lo que nos ha hecho y hace daño.
En un colectivo como el nuestro no podemos permitir silencios cómplices que tanto nos perjudican, ni demagogias baratas. Llamemos a las cosas por su nombre.