LA CAZA EN SIMBIOSIS CON EL MEDIO AMBIENTE

LA CAZA EN SIMBIOSIS CON EL MEDIO AMBIENTE

Artículo de Javier Sintes Pelaz

Como cada temporada, la veda de caza mayor finalizará y en los campos y montes de España se reiterarán los rituales de la caza.

Para los incondicionales, Septiembre es el mes que se anhela año tras año y sus armas, ya listas para su uso, se desenfundarán y se volverán a escuchar los estampidos de sus disparos cuando y donde la legislación ambiental lo requiera, lo apruebe y lo fomente

Por su parte, la gente no cazadora, normalmente urbana, se preguntará porqué esto se consiente año tras año y a más de alguno o de alguna, le o la sorprendería conocer que lo de la caza no es algo que se permite, por parte de los responsables del medio ambiente de la comunidad autónoma implicada, para que los cazadores “disfruten matando animales”, frase esa que es la que expresa lo que tales personas conciben, sino que, gracias a la garantizada abundancia de especímenes cinegéticos existentes en nuestra nación, es una actividad anual y ambientalmente requerida y por tanto ofrecida,  dado que, en todos los entornos cinegéticos, privados, comunitarios o estatales, es absolutamente necesaria para mantenerlos idóneamente equilibrados con respecto a su capacidad para alimentarlos, hidratarlos y cobijarlos, ante la falta de una predación natural realmente eficiente ya que la sociedad, en general y sobre todo rural, se niega y se negará rotundamente a su existencia.

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Llegados aquí, es menester expresar y tomar en cuenta, que para muchas otras personas, que suelen ser emocionalmente drásticas, lo de la caza debe de ser algo a impedir cómo sea pues a su juicio, tan solo se trata de una actividad en la que unos desalmados se dedican a matar por el placer de hacerlo o a furtivear todo lo que se ponga delante de sus armas con el único y zafio propósito de “fardar” de sus lances ante sus allegados. Cómo es lógico, si eso fuese cierto, ninguna Consejería del Medio Ambiente nacional, europea o del mundo, permitiría tan incircunstanciable absurdez y en cambio, por las razones ambientales que les asisten, todos los años, vuelven a requerir la participación de los cazadores comprometidos con el medio ambiente, .- que son la gran mayoría.-, y que además, desaprueban a los impresentables antes descritos ya que esos inmaduros son los que los desacreditan ante la sociedad no cazadora y ante los anticaza.

De hecho, es lógico que mucha gente ultra sensible al tema del trato a los animales reaccione así, al ver la mayoría de los videos de caza que se pueden ver en Youtube pues lo normal es que los protagonistas de esos lances, ávidos de ese tipo de zafia fama, son, al parecer de los cazadores comprometidos con la Naturaleza, unos desacreditadores inmaduros, pero como los que sí los son, pasan de filmar y alardear banalmente de sus cacerías, su respetuosa actitud no es conocida o considerada y por tanto, acontece que por unos pocos, el mayor porcentaje de quienes cazan adecuadamente no influyen en la opinión de quienes son visceral y sinceramente opuestos a todo lo que esté relacionado con los temas cinegéticos.

Expuesto esto y pidiendo disculpas desde estas líneas a quienes la caza les produzca un íntimo rechazo emocional,.- pues todas las opiniones deben de ser respetadas.- , se ha de difundir que precisamente por ese tipo de bien intencionados criterios emocionales pero mayoritariamente no racionales, una nueva problemática ambiental está afectando a las especies cinegéticas de todo el mundo y de hecho, temporada, tras temporada, la preocupación aumenta en las Consejerias del Medio Ambiente pues la afición a la caza está mermando paulatina y generacionalmente y eso, se está convirtiendo en un grave problema ambiental, agrario, social y económico pues las especies cinegéticas, prolíficas ya de por sí, no hacen sino aumentar exponencialmente sus poblaciones y tal realidad las y nos afecta en muchos aspectos pero, por desgracia,  muy negativamente.

Así pues, la reiterada frase de que tan malo es un extremo cómo el otro también se aplica en estas cuestiones y no hace falta irse “al extranjero” para cerciorarse de estas realidades pues en España tenemos muchos ejemplos de excesos poblacionales de ejemplares cinegéticos, ya sean de caza menor o mayor, causados, sobre todo, por el “Síndrome Disney”,.- denominado así en los ensayos y estudios científico-ambientales más acreditados.-, que no es otra cosa, resumiéndolo mucho, que una concepción errónea de lo que realmente es la Naturaleza que, sin ser ni mala ni buena, es una dinámica que contempla la muerte selectiva de unos cómo medio de generación de vida y perdurabilidad existencial para todos.

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Cómo víctimas existen las especies predables y cómo agresores naturales, existen los predadores pero, por encima de todos ellos, los seres humanos, a los que se nos otorgó el don de la meditación y con él, los métodos, las trampas y las armas que hemos inventado, nos hemos convertido en los predadores más eficientes y, pasados ya los tiempos en los que la caza era una cotidiana necesidad para sobrevivir un día más, toca ahora ser ecuánimes y aplicarla, únicamente, cuando es realmente conveniente y está ambientalmente justificada, es decir, cuando la caza contemporánea se convierte en una necesaria y anual herramienta de gestión y control ambiental.

Por eso, cuando la ciudadanía y las nuevas generaciones no se interesan por la caza, a lo cual se suma la inexistencia de la predación natural antes aludida, comienzan a suceder una serie de reacciones anómalas que afectan, bentónica y geológicamente, a los entornos en los que acontecen; a las gentes que en ellos viven y sobre todo, a los animales silvestres que en ellos existen con independencia de que sean o no sean especies cazables y, cómo ejemplos de tales inconveniencias ambientales, vamos a exponer, ahora, algunas de las problemáticas existentes en muchas de las principales ciudades del mundo, teniendo cómo referencia genérica, nuestra entrañable Comunidad Autónoma de Madrid.

Con respecto a especies no cinegéticas, existe el tristísimo problema de los perros que se asilvestran tras ser abandonados por quienes, pudiendo optar por entregarlos a las instituciones que existen para controlarlos, los dejan en un paraje remoto con lo que tales animales suelen llegar a formar parte de peligrosas jaurías de cimarrones que no dudan en intentar sobrevivir como sea con el agravante de que no le temen al ser humano y por ello, todos los años se verifican, sobre todo, ataques a los caballos, las vacas y a las ovejas que son diezmadas en sus rediles.

Además se constata, en algunos entornos fluviales y lacustres del sur de nuestra comunidad, la ya nociva existencia de muchos mapaches pues hace algunos años, otros inconscientes de lo que hicieron, abandonaron a sus queridas y exóticas mascotas cuando éstas, alcanzada ya cierta edad, se convirtieron en lo que son: Unos temperamentales predadores, traídos desde Norteamérica, que comen todo lo que se les pone a su alcance con lo que, entre otras graves consecuencias ambientales, los nidos de todas las  aves acuáticas autóctonas que allí existen son diezmados continuamente al punto de que éstas están desapareciendo de la zona; por su parte, la proliferación de muy agresivos híbridos resultantes de coyundas entre jabalíes y de cerdos vietnamitas que han sido abandonados en el campo cuando ha dejado de ser una entrañable mascota doméstica para convertirse en un “oloroso y sucio adulto que molesta en casa”, es otro incrementante dilema, y con respecto a los periquitos argentinos que ahora ya sobrevuelan por todas las zonas ajardinadas o urbanas de Madrid, el problema raya en lo acuciante y de nuevo nos encontramos ante un abandono incontrolado de especies exóticas, es decir, las que no son oriundas en una zona dada, y las protestas de la ciudadanía son cada vez mas generalizadas.

Cómo otras problemáticas ambientales y sociales, ya relacionadas con especies cazables, el super exceso de liebres existente en los alrededores de Fuenlabrada y Getafe, ha propiciado la transmisión de la lhesmaniosis a mas de 700 personas lo cual ha generado gran alarma social en la zona y añadido a tal demasía, el de los conejos está afectando a los asentamientos de las vías del sistema ferroviario de alta velocidad  pues hay tal abundancia de madrigueras en los taludes por las que discurren, que se están debilitando estructuralmente al parecerse al interior de un queso de Gruyere.

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Finalmente y cómo más serio dilema aunque hay otros más, desde hace unos 20 años, las decisiones políticas, basadas en el sentir bien intencionado e hiper proteccionista de la gente, conllevó a los diferentes dirigentes políticos de ese período, a prohibir drásticamente, cualquier tipo de control poblacional de los jabalíes que implicase la eliminación selectiva de cierto número de ejemplares por temporada con lo que en la actualidad, las urbanizaciones de Madrid y de casi todas las grandes ciudades españolas colindantes con áreas naturales ambientalmente protegidas, tienen un gravísimo problema ambiental, pues por un lado, su hiper exceso rompe el equilibrio bentónico de tales enclaves,.- creando grandes calveros exentos de vegetación alguna y ya desertizados.-, y por el otro, una muy seria complicación social, pues tal hiperabundancia de suidos que ya no temen a las personas, genera cuantiosas pérdidas económicas a quienes son afectadas cuando éstos les destrozan sus propiedades, sus huertas o sus cultivos y, a tales realidades, hay que sumar, además, un gravísimo aumento de accidentes de tráfico por colisiones con ellos, en cuyo caso las aseguradoras proceden a asistir a sus asegurados o, lo que es peor, sin colisión demostrable, en cuyo caso no cubren los daños ocasionados, pues dichos accidentes han acontecido cuando las y los conductores, llenos de compasión ante el inminente choque, han intentado esquivarlos con el consiguiente descontrol de sus vehículos.

Así pues y sin desear, por supuesto, que desaparezcan las especies que habitan en este tipo de preciosos alrededores urbanos, lo que se está estudiando en la actualidad, a nivel nacional, europeo e internacional, es cómo controlar anualmente las poblaciones de caza menor y mayor que existen en ellos de forma tal que la vegetación existente no sea amenazada para garantizar anualmente su alimento y su cobijo; que las madres vuelvan a enseñar a sus crías que los humanos somos su mayor amenaza para que nunca pierdan su maravilloso silvestrismo y, sobre todo, que vuelvan a saber cómo sobrevivir en sus entornos naturales por lo que se solicita muy fehacientemente, que nadie les de o les deje comida pues esa ha sido y es una de las grandes causas de las circunstancias actuales siendo, este asunto tan serio, que en muchas naciones se multa onerosamente a quien lo hace por estar cometiendo un delito ecológico y como referencia actual madrileña, reseñamos que ya se multa con 750 euros a quien alimente los jabalíes en Torrelodones y expuesta ya la problemática, toca ahora comentar qué se está haciendo y cómo la caza y los cazadores de pro, están ayudando a paliarla y controlarla pero antes, también es adecuado reseñar que el conflicto social relacionado con los jabalíes que existen en los alrededores de las ciudades es cada vez mayor pues se están constatando inadecuados cambios etológicos y reproductivos en ellos.

Al principio, casi todos los ejemplares optaban por encamarse durante todo el día y en los lugares mas recónditos para visitar las calles de las urbanizaciones cercanas a la búsqueda de alimento en los contenedores y en las bolsas de basura una vez bien avanzada la noche, y de hecho, lo normal era que fuesen ejemplares solitarios que huían rápidamente al menor atisbo de algún humano.

Dado que no recibían ninguna amenaza, iban confiándose mas y mas y si aparecía alguien o un coche, se quedaban un poco atentos, se alejaban un poco pero sin esconderse y cuando volvían a quedarse solos, procedían a seguir saciando su hambre o su sed.

Al poco, descubrieron el potencial de los parques públicos y el de los campos de golf, en los que podían hozar a gusto a la búsqueda de alimento bajo el  costoso césped y a la de agua que conseguían fácilmente rompiendo los aspersores, siendo así como se iniciaron las protestas de los Ayuntamientos y las de los golfistas afectados.

Aunado a todo ello,  mucha gente urbana pro animalista, pletórica de buena voluntad, comenzó a dejarles alimento para disfrutar sincera y emocionalmente de dichos encuentros y en unos pocos años, la gran mayoría de las hembras de jabalí comenzaron a inculcar a sus crías el concepto de que los seres humanos no eran una amenaza y poco a poco, dichas poblaciones de jabalies urbanos comenzaron a confiarse al punto de que han acontecido cuatro anomalías etológicas muy graves.

La primera tiene que ver con la realidad de que ahora, tras unos 20 años de no incidir amenazadora y cinegeticamente en ellos, las hembras, pasado un año y medio de vida, suelen alcanzar unos 45 kilos de peso, con lo que ya son aptas para procrear una descendencia de unos 8 rayones por parto y se constata, además, que esto suele acontecer dos veces al año y tal anómala capacidad de procreación exponencial no acontece en condiciones de existencia ambiental normal en la que una hembra ha de tener unos tres años para poder procrear y cuya descendencia anual suele ser de 6 crías.

La segunda es que la mayoría de la gente urbana, influenciada por la forma en que los medios de difusión masiva, conllevan a concebir que los animales silvestres no son potencialmente peligrosos, no son conscientes de lo que pueden hacer si son conllevados a situaciones límite de amenaza por parte de algún ser humano, ya sea voluntariamente o peor aún, involuntariamente, y así acontece que cada vez hay mas casos de fugaces reacciones defensivas, exclusivamente relacionadas con la necesidad de la ineludible huida del jabalí involuntariamente asustado y, como ejemplo visual de tal exceso de confianza, el que una piara se pasee tranquilamente por delante de la gente en un bar de San Cugat del Vallés, o el que un jabalí se dedique a jugar con una pelota de fútbol para que se la vuelvan a tirar para seguir divirtiéndose con ella, demuestra su total desparpajo ante los seres humanos y su nociva pérdida de su natural comportamiento como jabalíes realmente silvestres.

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La tercera  consiste en que cada vez se constatan mas conflictos por disputa de terreno o de paso por una trocha entre jabalies urbanos y personas, con lo que ante sus gruñidos, su crin hirsuta, los chasquidos de sus dientes y su amenazante actitud, las y los paseantes así amedrentados optan por alejarse lo cual otorga al jabalí vencedor, la sensación de que tiene mas poderío y eso se está convirtiendo a efectos de los jabalíes, en un “lenguaje animal” que les está otorgando la clarísima sensación de que ellos mandan en lo que ya muchos consideran “su” territorio y entonces, los conflictos pasan de ser actos defensivos, a ataques territoriales.

Y la cuarta, la mas preocupante, es que los jabalíes urbanos, ante una falta generalizada de presión o amenaza cinegética, están volviendo a recuperar su antiquísimo sentido gregario y cada vez es mas común, avistar, a plena luz del día y deambulando por las calles y carreteras que cruzan, grupos de 20 o 30 jabalíes, entre machos, hembras y crías, al estilo de los pécaris o los porcos da foresta amazónicos cuyo mayor poder defensivo y agresivo es el de deambular en piaras que rondan los 200 ejemplares y ante uno de esos grupos, lo mejor es alejarse lo antes posible pues, aunado a ese comportamiento, también se constata que muchas de dichas piaras acorralan, asustan y agreden a quien lleva una bolsa o un macuto a la espalda en la creencia de que portan comida y esto es tan así que en Barcelona ya hay constancia de 12 ataques confirmados siendo los culpables de tales hechos, los amantes de los animales que les llevan alimento en bolsas, creyendo que su acción es humanitaria y coherente.

Por otra parte y con respecto a los problemas relacionados con especies exóticas o alóctonas no cinegéticas, los especialistas profesionales en las artes del trampeo que se rigen por la normativa que exige que las trampas atrapen las piezas sin generarlas sufrimiento físico alguno, están siendo muy efectivos y la meta es la erradicación total de las especies no convenientes en nuestros hábitats.

Por su parte y en lo que atañe a las especies cinegéticas, la Consejería del Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, tras sopesar el tema, ha aportado los medios adecuados para poder controlar los excesos de liebres o de conejos y aunada a otras opciones, la Federación Madrileña de Caza ha sido designada para ayudar a solventarlos gracias a los cazadores que voluntaria y gratuitamente colaboran,.- en donde no se puede hacer uso de las escopetas de caza menor.-, con sus entrenadísimas aves de cetrería y con sus eficientes galgos de caza y con respecto a los jabalíes que habitan en zonas colindantes con muchas urbanizaciones de los alrededores de Madrid, dicha Federación, correspondiendo a la decisión de la Directiva de la Comunidad Autónoma de Madrid,.- que previamente indagó el método a nivel internacional y constató su probada y benevolente eficiencia.-, creó, a finales del 2011, el Servicio de Controladores con Arco de Especies Silvestres y de esta forma, el antiquísimo concepto del arco, responsablemente usado cómo herramienta de gestión ambiental aplicable en entornos en los que no se pueden emplear rifles de caza mayor, ha sido y está siendo una excelente sustitución auto selectiva de la predación natural que ahora ya no existe y por eso, todo indica que gracias a los actuales responsables del medio ambiente madrileño y a quienes están colaborando en esos menesteres,.- veteranos cazadores con arco que en base a las correspondientes convocatorias publicas, han sido debidamente cribados, seleccionados e instruidos por la Federación Madrileña de Caza y a los que hay que agradecer su altruistica dedicación.- , son quienes, en simbiosis con el medioambiente, ya están colaborando, con sus descastes selectivos, para que los jabalíes sigan existiendo en donde ahora habitan, pero de forma tal, que ya no deserticen sus entornos; que no entren en las urbanizaciones; que no destrocen las propiedades y que no crucen las carreteras sin pensárselo dos veces, es decir y resumiéndolo mucho, que vuelvan a ser unos jabalies realmente silvestres pero, eso sí, sin rehuir la realidad de que somos nosotros, los urbanitas, quienes hemos invadido sus campos y quienes impedimos la existencia de los magníficos lobos.

Así pues, quien crea que la presión anual cinegética, ya sea con rifles, escopetas, arcos, aves cetreras y galgos y perros de caza no es necesaria cuando no existe una predación natural eficiente, estará errando ambientalmente  y si se opone a ella, no estará siendo una persona realmente útil para conservar la Naturaleza que tanto ama y coincidiendo con su intención de hacer las cosas de la mejor forma posible, quienes deseamos que se nos reconozca como cazadores conservacionistas, deberíamos ser los primeros en denostar a quienes nos desacreditan ante la gente que no caza y ante los interesados en el bienestar de los animales pues todo indica que las circunstancias actuales nos  avocan a un entendimiento común y a una disciplina cinegética férrea pues cualquier lance que no esté ambientalmente justificado, será un argumento mas para quienes velan, a su manera, por la conservación de la Naturaleza y de hecho, la U.I.C.N. que es la entidad ambiental mas relevante del mundo, recomienda argumentadamente, que la caza recreacional legal y ambientalmente justificada, siga siendo fomentada allá donde sea útil para conservar los hábitats implicados; para conservar anual e indefinidamente las poblaciones de especies cinegéticas y la biodiversidad general de dichos entornos, y lo mas importante, para que la gente que viva en dichos habitas dispongan de una sostenible opción de vida capaz de generar trabajo y bienestar social indefinido.

¡Hasta el próximo artículo y a ver qué acontece con respecto a este asunto!