Reflexiones cinegéticas: sobre la responsabilidad, la conservación y el orgullo de ser cazadores

Reflexiones cinegéticas: sobre la responsabilidad, la conservación y el orgullo de ser cazadores

 

La realidad y la percepción de esta realidad son a menudo dos fenómenos poco parecidos. Y eso ocurre especialmente en casos como el del sector cinegético. Nos encontramos, sin duda, ante uno de los colectivos más numerosos de España. Millones de personas, cientos de miles de empleos, enorme aportación al PIB, millones de euros que llegan a las arcas púbicas a través de tasas e impuestos cada año… pero la crítica ecologista, la demagogia fácil empleada por ciertos grupos, y el total abandono que el sector cinegético ha sufrido por parte de los políticos parece haber acomplejado al mundo de la caza. Una mayoría silenciada por el ruido que genera una minoría.

Y es que estamos cansados de tener que ocultar nuestra pasión, nuestro amor por el campo, por las distintas especies que en él habitan.

Pero esto se ha acabado, los cazadores han decidido empezar a expresarse de una manera mucho más activa, clara y contundente, con el objetivo de dar a conocer la realidad de nuestro sector.

Los cazadores son los mayores conservacionistas que hay. Son ellos quienes gestionan sus acotados dirigiendo su trabajo, esfuerzo e inversión en conseguir un crecimiento sostenible del número y calidad de especies cinegéticas y protegidas. Pero esta gestión supone unos sacrificios, como el control de las especies depredadoras. En este sentido, si siguiéramos los consejos de los grupos autodenominados ecologistas, quienes impulsan la inactividad cinegética total, el panorama que nos encontraríamos sería absolutamente desolador, con territorios conquistados por alimañas y sin biodiversidad ni presencia de especies protegidas como el lince o el águila imperial.

La gestión sostenible exige un esfuerzo titánico desde un punto de vista económico y personal, pero aún así hay quien insiste –sabiendo que no es cierto- en proclamar la necesidad de la inactividad y el no ejercicio de la caza para ayudar a que las poblaciones animales aumenten. Una vez más la realidad se opone a esa absurda percepción de la realidad, y la experiencia demuestra que sólo la caza y su correcta gestión crean poblaciones estables de especies.

Llama la atención la diferencia entre España y los países de nuestro entorno, como Francia y Reino Unido, que dan un fuerte apoyo institucional al sector cinegético. Aquí los responsables políticos se dejan presionar por dichos autodenominados ecologistas, cediendo ante ellos, mientras algunos practican y defienden la caza en círculos privados.

EL PAPEL DEL SECTOR

Es inexcusable que todos los responsables políticos con competencias en Medio Ambiente hagan su primera llamada a la Oficina Nacional de la Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural para trabajar conjuntamente en la sostenibilidad y enriquecimiento de nuestro entorno, la Administración y los grupos ecologistas deberían perseguir los mismos objetivos, los objetivos de todos: el desarrollo de las especies protegidas y todas las especies silvestres en hábitats adecuados, conjuntamente con el desarrollo de los entornos rurales que las arropan. A primera vista parece que solo nos diferencian las herramientas para la consecución de dichos objetivos.

Los grupos ecologistas anti caza asumen que los cazadores somos unos aliados necesarios e imprescindibles para el desarrollo de las especies. Ellos y los políticos son perfectamente conscientes. No se entiende por qué un sector como el nuestro, que es el que emplea más recursos en la gestión del medio no tiene mayor consideración y mayor peso en los foros de debate político.

Sólo pedimos sentido común, que a la hora de diseñar políticas agrarias y de Medio Ambiente se escuche más y se tenga en cuenta la opinión de quienes a día de hoy viven en el campo y por el campo, y no solo a aquellos que se consideran “iluminados” en técnicas medioambientales sin haber pisado una loma jamás en su vida.

Tampoco podemos olvidarnos del ingente aporte económico del sector cinegético a las arcas públicas. Por el contrario, el mantenimiento de, en muchos casos, violentos colectivos animalistas y, en otros, grupos ecologistas más o menos radicales en sus planteamientos anti caza, supone un coste enorme a todos los españoles vía impuestos y subvenciones.

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El ciudadano debería conocer en qué consiste el esfuerzo del sector cinegético para el buen desarrollo de las poblaciones silvestres: Dedicamos enormes cantidades de dinero, esfuerzo y trabajo todos los años a la vigilancia de nuestros cotos, a la alimentación de las especies con comederos y bebederos activos durante todo el año, incluso en las épocas estivales que provocan momentos muy duros; a mantener, cuidar y conservar la flora y la fauna, llevando a cabo para ello controles veterinarios de manera constante o la limpieza de monte durante toda una vida para reducir la probabilidad de incendios. Ejecutamos prácticas agrícolas sostenibles con el desarrollo de poblaciones cinegéticas, proporcionamos carne de primera calidad al mercado, generando en la cadena de suministro más valor que en ninguna otra actividad agraria; tenemos en nuestros acotados un gran número de especies protegidas que viven gracias a la protección del buen hacer y de la buena gestión de nuestros cotos; y para todo lo anterior contratamos todos los años a millones de personas.

Ante todo esto, ¿podría alguien explicarnos por qué otras agrupaciones, que aportan mucho menos valor al medio ambiente, tienen más respaldo político y mediático que nosotros?

¿Cómo es posible que en un mundo de recursos limitados nadie se pare a pensar, por ejemplo, en lo que supone la carne de caza, mucho más ecológica, saludable y natural?. ¿Come usted carne o pescado? ¿Cree de verdad que la carne de caza tiene una muerte y, sobre todo, una vida menos digna que la carne que compra en el supermercado?

Es cierto que lamentablemente a día de hoy la demagogia vende, y que ocupa los titulares de nuestros periódicos y la televisión, pero queremos invitar a todos los medios de comunicación a que aparquen los prejuicios y se interesen por descubrir al público la realidad de un sector eminentemente sostenible, creador de buenas prácticas, repoblador y emprendedor de muchos empleos y jornales en el mundo rural.

No pretendemos convencer a nadie para que se convierta en cazador, lo único que pedimos es respeto y reconocimiento de nuestra actividad.

Somos cazadores, estamos orgullosos de serlo, gracias a nosotros existen las especies protegidas. No hay ninguna especie hoy en día que esté en riesgo de extinción por culpa de la actividad cinegética, sino al contrario. Aquellas que están en situación peligro, y no se han extinguido ya, en gran parte es porque a día de hoy seguimos existiendo los cazadores.

Ya está bien de demagogia dañina y violenta, ya está bien de paños calientes. Queremos ser reconocidos y respetados, seguiremos con la cabeza bien alta trabajando por la conservación de nuestro medio, y seguiremos siendo cazadores.

 

INFO ONC – Conservación y Desarrollo Rural